ZP, ese hombre - III parte

La mayor chapuza legislativa de todos los tiempos. El mayor atropello a la Constitución que jamás han sufrido los españoles y la mayor canallada cometida por un presidente dispuesto a aceptar a ciegas y a priori cualquier cosa que venga de la burguesía política catalana.

"Cataluña es una nación" es el primero de los 227 artículos del nuevo Estatut aprobado en el Parlamento de las provincias catalanas.

Más adelante dice que "la Generalitat es Estado" y recalca que sus relaciones con el Estado español se rigen, entre otros, por los principios de "plurinacionalidad del Estado" y "bilateralidad", sin excluirse los "mecanismos multilaterales". Es decir, de nación a nación.

Establece también que la justicia catalana termina en su Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, por lo cual lo que ellos juzguen ya no podrá ser revisado por ningún otro tribunal superior español. La justicia catalana tiene todos los ingredientes para que sus más altas instancias sean nombradas por los políticos y asegurarse así su sectarismo catalanista.

Pero sin embargo, la Generalitat podrá participar en los procesos de designación de magistrados del Tribunal Constitucional y de consejeros del Consejo General del Poder Judicial español.

Introduce una técnica de blindaje de competencias para evitar que el Estado pueda laminar los poderes autonómicos.

Entre las principales materias, figuran las competencias en educación y en cultura, definidas -con algunos matices- como exclusivas de la Generalitat, como forma de asegurarse el adecuado adoctrinamiento de los jóvenes en el orgullo catalán y rechazo a lo español.

Se prevén competencias en inmigración, por ejemplo, para señalar que la Generalitat marcará de acuerdo con el Estado el número, lugar de origen y capacitación profesional del contingente de inmigrantes. Así podrán seleccionar cuantos inmigrantes dejan pasar sus fronteras, si los quieren negros o blancos o si han de estar en posesión de títulos universitarios.

En la competencia en deportes hay una referencia a la participación de las selecciones catalanes en competiciones oficiales de ámbito internacional.

Impone que su opinión sea "determinante" ante cualquier propuesta de trasvase que afecte a ríos que pasan por Cataluña. Así, se atribuyen la facultad de imponer a España que ellos tienen la última palabra sobre el agua que va a parar al mar y serán ellos quienes podrán decidir si alguna de esa agua se queda por el camino o no.

También se reconoce el papel de la Generalitat para ejercer una "acción exterior", sobre todo de participación en las decisiones relacionadas con la UE, además de abrir la puerta a que Cataluña pueda ser circunscripción en las elecciones europeas.

El nuevo sistema de financiación de Cataluña establece una amplia autonomía fiscal, que incluye una Agencia Tributaria de Cataluña. Sus impuestos, incluso los pagados en España como es el IVA recaudado aquí pero que se liquida a Hacienda allí, serán para ellos.

No hay que dejarse engañar porque aparentemente el Estatut subordine la “nación” catalana al Estado español. Su redacción es cuidadosa en sus expresiones de forma que estas sean bivalentes para poder dar el salto en cualquier momento a la independencia basándose precisamente en el Estatut, que se espera sea encajado en la Constitución una vez encontrados los vericuetos para hacerlo sin merma del Estatut y que quede aprobado finalmente por el parlamento español.

ZP tiene que vestir el muñeco para poder hacerlo y sin duda está decidido a ello.